sábado, 29 de diciembre de 2012

Feliz 2013 y... despedida


Hace ya algún tiempo, desde que tengo la decisión tomada, que vengo dándole vueltas a como debería de realizar esta entrada que, irónicamente y echándole humor, más que una entrada es una salida,  pero la verdad es que no doy con la fórmula exacta para decir, sin caer en sentimentalismos o emotividades excesivas, que me despido de los blogs durante un tiempo largo. Así es que lo mejor será que lo haga sencillamente y sin remilgos. 

No me encuentro enfermo y tampoco he encontrado trabajo, ¡que más quisiéramos yo y tantos españoles! Incluso los blogs me siguen llenando y dando muchas satisfacciones, más de las que nunca hubiera soñado. (Ayer mismo recogí los libros de las crónicas y no veáis el subidón que tengo)  Los jueves, subido en lo alto de mi colina, los disfruto enormemente, porque sigo gozando, y mucho, escribiendo y mostrando mis historias, esas que están extraidas directamente desde el corazón y sin más aditivos, quizás porque no los hay. También con mi viejo y fraternal ya que digo, que en apenas tres meses cumplirá cuatro años de vida, y que ahora, con sus lunes luneros, ya anda casi sólo y desplegando sus propias vivencias. 

La razón es que hace algún tiempo que me he propuesto iniciar un proyecto que para mi es muy importante, casi diría que fundamental, y que creo que puede llegar a ser incompatible con la labor continuada que lleva un blog. Supongo que todos sabéis de que hablo. Elaboración de entradas, relatos, visitas a los blogs amigos, lecturas, comentarios, etc. etc. todo esto requiere de un tiempo que yo ahora quiero dedicarlo en exclusiva a éste propósito. 
Esta despedida, aunque es temporal, tampoco tiene fecha de retorno, puede durar varios meses o incluso un año. Es decir, no me pongo tope ni barrera. Tampoco quiero explayarme demasiado en explicar  de que se trata este proyecto, creo que de momento es lo mejor, ya habrá tiempo si todo va como espero. Si que lo saben un puñado de amigos, entre ellos algunos blogueros que me han animado y coinciden en apoyar mi decisión.
Eso no significa que en alguna ocasión no pase a visitaros, tampoco que aisladamente haga alguna entrada porque me vea en la necesidad de decir algo, o incluso participando en algún jueves. Sobre todo si, andando el tiempo, el mono se hace dificil de llevar. Pero la decisión es firme. Hoy, esta es la última entrada, cierro temporalmente y sine díe mis blogs.

Soy consciente de que os voy a echar mucho de menos. A algunos de vosotros os conozco hace ya tanto, nos hemos cruzado tantos comentarios, que casi siento que me alejo de amigos de toda la vida, esos de la infancia que nunca se olvidan. 
Afortunadamente este año he tenido la oportunidad de viajar y conoceros a muchos de vosotros. Primero fue aquella reunión de Barcelona. ¡¡¡Juro que inolvidable!!!. En ese encuentro me di cuenta más que nunca que detrás de las letras, detrás de los típicos y en ocasiones tópicos comentarios, se encuentran personas con una gran y verdadera alma detras. 
Luego fue en Córdoba, donde conocí a un buen puñado de, para mi y ya para siempre entrañables jueveros, que tanto me han aportado y con quienes tanto he disfrutado. Maravillosa Córdoba y maravilloso el espíritu juevero, que todo lo que toca lo hace cálido. 
Y por último, y sin olvidar mi cita con Tyrma, otra juevera y amiga encantadora, llegó el encuentro güevero en Navalcarnero. Divertidísimo y casi familiar  fin de semana que incluso nos diplomó como jueveros de corazón  y donde creo que tuve la suerte de hacer una amiga de las de para toda la vida.
No voy a citar nombres, se haría largo y creo que no es necesario, pero sabed que os nombraría a todos sin dudar porque todos tenéis un rinconcito en mi corazón.

Compañeros, aquí acaban temporalmente mis andaduras blogueras. Me voy con mis crónicas de un despertar, soñando desde lo alto de mi colina y diciendo satisfecho que si, que ha valido la pena y que en este ya largo camino he encontrado a muchos y buenos amigos. Os echaré de menos. 

"Las huellas de las personas que caminaron juntas nunca se borran".


Vayan mis últimas palabras para Dilaida, del blog Groucho, la conozco virtualmente casi desde el principio, y ella ahora está pasando por un mal momento de salud. Sólo quiero mandarle todos los ánimos del mundo y decirle que no me cabe duda de que lo superará. 
Un beso para ella.
Un beso para todos.

Hasta pronto
José Vte. García

The Call - Regina Spektor

 

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Los jueves relato - La vida es sueño




Regalo de Navidad


Sara entró en el salón y comprobó que, gallardamente plantado en un lateral de la habitación, estaba el árbol de Navidad, esplendoroso con sus luces parpadeantes, sus espumillones, y las guirnaldas y bolas de colores colgando graciosamente de sus ramas. Pero también observó que a sus pies se encontraba una llamativa caja roja con vistosos círculos blancos, envuelta por un enorme y precioso lazo color verde esmeralda.  Sara sonrió sorprendida ante el desconcertante regalo de Navidad. Sara vivía sola.

Con moderada curiosidad pero feliz como no recordaba haberlo sido hacía mucho, Sara fue hacia el regalo sin hacerse más preguntas. Cogió la caja y levantándola a la altura de su cabeza sopesó durante unos segundos lo que podría albergar su interior. Luego, con evidente agitación, deshizo el lazo y la abrió.
En su interior, delicadamente rodeado de papeles de seda, únicamente había un sobre de color azul cielo que contenía una carta del mismo color escrita a mano. La extrajo. Empezó a sentirse emocionada y sus ojos, convertidos en dos puntitos de luciérnaga, brillaron en el momento en que comenzó a leer:

Sara, yo quiero atrapar un sueño. Es una de esas cosas que parecen imposibles, Pero ocurre. Supongo que te imaginas a alguien que va detrás de un sueño para que no se escape, pero los sueños son despiadadamente rápidos como para ir detrás de ellos. No, no es así como se hace, pero es fácil atraparlos Sara. Sólo tienes que cerrar los ojos, y desearlo, esperar el sueño y cogerlo. Te digo que es fácil.

Sara, me despierto soñando, me despierto en medio del sueño. En él voy recorriendo la vida, y te busco Sara, en el interior de mis sueños y fuera de ellos. Y te encuentro Sara. Y entonces me doy cuenta de que lo que vivo en mi sueño es verdad. Porque sueño que eres mía Sara, y te deseo. Porque sé que nunca he conocido una mujer como tú, tan hermosa, tan radiante, tan apasionada. 

Es entonces cuando me lleno de promesas Sara. Y me digo que te querré siempre. Y que subiré montañas y cruzaré bosques, y nadaré mares y volaré vientos. Porque nunca, nada, me podrá separar de ti.  

Es por eso que guardo todos los sueños Sara, para luego volverlos a soñar.

Sara terminó de leer. Una pequeña y furtiva lágrima cayó encima de la carta, expandiendo la humedad rápidamente por el papel. Trató de secarla pasando el dorso de la mano por encima, dejando al descubierto la firma:

Te quiero Sara, mi esposa, mi sueño, mi amor.
Feliz Navidad.

Sara abrió un cajón de la cómoda y sacó una pequeña caja de madera finamente tallada. En su interior se encontraban varias cartas del mismo color que la que Sara acababa de leer. La colocó encima del resto y cerró el cofre con suavidad.  Luego cogió el retrato de un hombre joven que se encontraba justo al lado, se acurrucó enroscándose como un gatito en su sillón y abrazándolo volvió a recibirle con un beso.

-        ¡Feliz Navidad, mi amor! – murmuró.

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miércoles, 19 de diciembre de 2012

Los jueves relato - El nombre de mi blog


Ilustración original de Silvia Lázaro


El nombre de mi blog nació de este relato.
Los sueños siempre hay que perseguirlos. A veces incluso se alcanzan. 



El sueño de la colina

Yo siempre tuve un sueño, subir aquella colina y conquistar el castillo.

Empiezo a subir. Enseguida siento como el temor me atenaza y me reseca la garganta. Apenas he comenzado y ya hago la primera parada. Me siento en una roca, de la mochila saco una de las tres botellas de agua que he preparado y bebo un largo sorbo, hace calor, pero no es la sed el verdadero motivo que me seca la boca, tampoco es el miedo a caerme, a eso estoy acostumbrado. Es el miedo a no lograrlo, el miedo a un nuevo y definitivo fracaso.

Recuerdo la primera vez que lo intenté, tenía ocho años. Eran las vacaciones de verano y toda la pandilla de amigos subía la colina con desmesurada agilidad hasta llegar a lo alto, a las ruinas del viejo castillo. Yo miraba desde abajo incrédulo y acobardado, fue entonces cuando todos se decidieron a animarme con un interés y un entusiasmo como sólo los niños y los amigos son capaces de dar. Resuelto a intentarlo, rechiné los dientes y me lancé a la conquista de la colina.

Los dos primeros metros de subida fueron los más complicados, también los únicos. Con las manos y los brazos apoyados en las muletas hacía toda la fuerza sobrehumana que me era posible para arrastrar la funda de hierro que mantenía firme mi pierna derecha. Fue inútil, entre los gritos desencantados del grupo que me miraba desde arriba, una de mis muletas resbaló entre una gravilla de piedras y caí pesadamente hacia abajo. La extensa muestra de rasguños por todo el cuerpo y las mordeduras de los hierros en la pierna fue el resultado de la hiriente derrota.

Al año siguiente, ya olvidado el episodio y con fuerzas renovadas, volví a intentarlo. El resultado fue el mismo. Lo habitual tras el doloroso escarmiento era esperar abajo, a los pies de la colina, lanzando piedras a los guijarros y a los pájaros hasta que ellos, mis amigos, se cansaban de jugar al escondite entre aquellos muros descascarillados y bajaban la ladera incansables y a toda prisa. En  los dos años posteriores insistí, con más tesón que sensatez, en realizar nuevos intentos, todos ellos acabaron en los acostumbrados descalabros. Durante muchos años cedí a la lógica absurda de que nunca alcanzaría la colina y dejé de intentarlo. Pero el sueño de romper esa lógica y conseguir algún día alcanzar la cima, siempre se mantuvo vivo.    

Y hoy es el día que quiero hacerlo realidad.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Los jueves relato - A la luz de una vela






Cada tarde

Cada tarde se sientan alrededor de la mesa camilla. Un acogedor calorcillo sube a través del brasero, calentando sus pies y convirtiendo la estancia en una agradable sensación de hogar.

Entre puntadas de cruz, Luisa eleva sus ojos por encima de las gafas de pasta, milagrosamente estables en la misma puntita de su nariz, mirando coquetamente a Miguel.
Miguel, con evidente apatía, lee un diario olvidado y lejanamente atrasado. Inevitablemente sus ojos se encuentran en el invisible punto neutral que establecen sus pupilas. Los dos sonríen con similar ternura.

De ambos lados de la mesa, dos temblorosas manos se deslizan suave y lentamente hasta encontrarse. Entre ellos un único testigo, la luz tintineante y trémula de una vela que discreta cierra los ojos y se esconde.  

El silencio se impone, reinando solemne. Apacibles y serenas, sus cabezas reposan delicadamente, una frente a la otra. El punto de cruz a un lado, el diario, distante y arrugado. Sus manos, unidas,  ya no tiemblan. La luz de una vela de nuevo oscila, tintineante y trémula.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Los jueves relato... Arte paralelo

A propuesta de Gastón Avale, este jueves va de Arte paralelo y propone elaborar, por ejemplo, algún audio representativo. Yo me he decidido por contar un pequeño relato que es una adaptación muy libre de un capítulo de la novela infantil de Roald Dhal "Las brujas"... ya digo que muy libre. 
Los valientes, que lo escuchen, el resto que se tapen los oidos; o mejor, no darle al play y se evitarán un mal trago y un rechinar de oidos innecesario, abajo lo podéis leer escrito.

Las brujas





Las brujas 

Míralas cuidadosamente a los ojos, porque ellos las delatan. Míralas en el centro de cada ojo, donde normalmente hay un puntito negro. Si es una bruja, el punto cambiará de color, y verás una luz de un azul intenso o verás un resplandor de fuego bailando justo en el centro de ese punto. Te darán escalofríos por todo el cuerpo. En realidad, las brujas no son mujeres normales. Parecen mujeres, hablan como las mujeres, y pueden actuar como las mujeres. Pero, de hecho, son seres completamente diferentes. Son criaturas de  naturaleza terrible y odiosa. Por eso tienen garras, y pelo en sus hombros, y pies de cordero, y cuerpo de gacela, todo lo cual tienen que  disimular lo mejor que pueden delante de la gente normal. Nunca puedes estar absolutamente seguro de si una mujer es una bruja sólo con mirarla. Pero si lleva guantes, si tiene un bolso de Prada, los ojos cubiertos por  abundantes capas de rímel y su pelo esculpido por Llongueras, y, si además sus dientes se esconden tras un enorme recubrimiento de bótox, si tiene todas esas cosas, entonces  no te quepa la menor duda, tu mujer no solo es una bruja, además… es una pija.
 
Otra propuesta diferente y fotográfica de éste jueves en el blog Ya que digo.

Más arte en paralelo en el blog de Gastón Avale